El cuento “La luz es como el agua” escrito por Gabriel García Márquez es uno de los doce Cuentos Peregrinos del escritor colombiano. Los doce cuentos tienen todos un factor común: latinoamericanos que viven en Europa y en alguna medida añoran su tierra natal. En este caso, sus protagonistas viven en Madrid y esperan con ansias poder navegar en las aguas de su ciudad de origen, Cartagena de Indias, Colombia.
Los personajes principales de nuestro cuento son dos hermanos, Totó de nueve años, y Joel, de siete, que se esfuerzan en el colegio para obtener un bote a remos con su sextante y su brújula. El padre les ha prometido estos regalos a cambio de las buenas notas y aunque le parezca extraño que sus hijos pidan semejante regalo en una ciudad “sin aguas navegables” y lejos del mar, cumple su promesa al ver las sobresalientes calificaciones de sus niños. Al obtener esto y con la ayuda de sus compañeros logran subir el bote al cuarto de servicio.
Aprovechando las regulares salidas al cine de sus padres los días miércoles por la noche, emprenden su aventura. Cierran puertas y ventanas, quiebran una bombilla y dejan caer la luz en chorros, como si fuese agua, llenando la casa y permitiéndoles navegar placenteramente por entre “las islas de la casa”.
Fue su propio padre, el que les contó que la luz era como el agua: “La luz es como el agua: uno abre el grifo, y sale”.
Algún tiempo después, pidieron un equipo de buzo y, tras una pequeña objeción de la madre, también les concedieron el regalo. Equipados con máscaras, aletas, tanques y escopetas de aire comprimido, llenaron el apartamento de luz “hasta la altura de dos brazas, bucearon como tiburones mansos por debajo de los muebles y las camas, y rescataron del fondo de la luz las cosas que durante años se habían perdido en la oscuridad”.
Al finalizar el año escolar, fueron distinguidos ante todo el colegio por el buen rendimiento, sin querer nada a cambio esta vez, sólo desearon festejar a todos sus compañeros de curso. Llenaron nuevamente la casa de luz, la que salía a chorros por puertas y ventanas y se desbordaba por todas partes.
Ante tal espectáculo llegaron los bomberos de urgencia y encontraron la casa “rebosada de luz hasta el techo”, con Totó y Joel al mando de su bote y los 37 compañeros flotando, ahogados en el piso quinto del número 47 del Paseo de la Castellana.
Este cuento de aventuras y proezas infantiles desborda fantasía y no es casualidad que García Márquez haya tomado como protagonistas a dos niños de 9 y 7 años. A través de ellos se viven aventuras y los lectores nos transformamos en testigos de estos viajes fantásticos. La infancia es la etapa de la vida, en que la mayoría de los niños cree en magia y en mitos, como lo son por ejemplo fantasmas, brujas y hadas. La candidez de los niños se demuestra en la interpretación que le dan a la frase del padre “que el agua es como la luz”.
La inocencia infantil del comienzo, está en contraste con el inesperado final. Al comienzo de la historia no nos damos cuenta de que la muerte anda rondando a nuestros pequeños protagonistas. El viaje de los niños tiene finalmente consecuencias fatales.
El tan conocido realismo mágico de García Márquez se observa en este cuento, donde junta la fantasía de los niños, la realidad de una familia latinoamericana en España y el trágico final, impredecible y misterioso. Es un cuento nutrido de magia y fantasía, que podría ser un cuento de aventuras para niños, si no fuera por el trágico desenlace que nos sorprende.
Con otro final García Márquez podría haber creado una serie de aventuras sobre estos dos hermanos, que a pesar de vivir estrechos en un piso pequeño, en un país que no era el suyo, podían realizar cada miércoles un viaje a un lugar soñado, a un mundo de fantasía, donde ellos eran los capitanes de su barco, lejos de su realidad de foráneos.
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